miércoles, octubre 19, 2005

Béeeeeeeeeeeeeeeeeee



A veces miro el Animal Planet. No es muy seguido, claro, desde que dejaron la escoba con el orden de los canales, pero igual le pego una pasadita. Creo que he visto la misma imagen miles de veces, pero esos planos americanos de primates sentados en la hierba siempre me causan la misma impresión. Una asombrosa humanidad. Un gorila de espalda plateada sentado, mirando cómo los "monos chicos" (jajaja gracias Martuca por modismo concedido) juegan. Uno puede ver en sus ojos una profundidad realmente pasmosa, como si estuvieran pensando algo inmensamente trascendente.

A veces me veo a mí mismo. Claro, uno es siempre el protagonista de la propia película, pero a veces creo que me hago un plano americano a mí mismo. Mirando a todos los monos. A veces cobro conciencia de los seis mil millones de humanos. Yo, con todos mis rollos, mis deberes, mis deudas, mis situaciones, mis canciones, mis penas, mis amigos, mis entuertos, mis risas, soy uno más. Es que somos tantos... un tipo como tantos, entre medio de seis mil millones de homo sapiens que comen, caminan, aman, copulan, trabajan, defecan, pagan cuentas, postulan a sólo-Dios-sabe-qué, sueñan, desean y mueren. Es en momentos como ése (o éste, en realidad) en que se hace evidente la contradicción vital, en que la conciencia de mi existencia pierde sentido, se difumina en la masa, pero al mismo tiempo, tiene más sentido que nunca. Yo, una hormiga más, tengo alma.

Y está sobreviviendo.

lunes, octubre 10, 2005

Del adiós a la memoria



Me veo claramente caminando
paso firme, hacia el fin de la arboleda;
te veo claramente sosteniendo
una hoja, letra antigua, amarillenta.

El balcón no se interpone.

Sinceramente he hecho lo que pude
dicen hojas, asimismo, amarillas;
tomas agua con azúcar, sin sentido
guardarás esta postal después de todo.

Te veo claramente en la ventana
al fin conclusa, permanente;
nos veo claramente en el futuro
recordando con cariño la arboleda.

viernes, octubre 07, 2005

Del orgullo, y de mí


Acabo de terminar de trabajar, y no tengo a nadie a quien contarle. Eso es lo latoso de trabajar de noche, si te inspiras, no tienes a quién mostrarle tu chispazo. JAJAJAJAAAAAAA estoy tan contento, por la re chupalla!!!!

Por primera vez, por primera estación de mi vida, la música no nace del ansia.
Glorioso.

El sábado se casan Cristian y la Nunki. Como no tengo plata (cuéntate una nueva), les ofrecí ser el músico del matrimonio. Me parezco al continente europeo, tengo puro patrimonio cultural, jajajaja... bueno, en fin, aceptaron. El trato fue por un arreglo de su canción. "Y llegaste tú", de Sin Bandera. La arreglé para piano solo, me quedó bien decente. Hasta ahí vamos bien.

Y luego, llegó esta noche. Como pantera. Sin aviso. La musa esperándome en la esquina. Estaba preocupado, porque el matrimonio tenía tema de entrada, pero no de salida. Así que estaba viendo qué hacía, si un re-arreglo del mismo tema, para cuando dijera el ministro "los declaro marido y mujer", o lo que sea que dicen en el civil. Había visto también qué música envasada podía poner, que sonara bonita. Trascendente. Claro, la primera idea que se me pasó por la cabeza había sido que la Carola me acompañara en violín en alguna pieza para piano que, of course, iba a componer. Pero no puede, así que no compuse nada.

Hasta recién.

No sé de dónde salieron estos dos minutos de negro spiritual, para cuarteto de cuerda. Tomé la guitarra (si bajo al piano a las tres de la mañana me castran con un cortauñas), y empecé a secuenciar acordes. Y de pronto, salió. Así, de la nada. Y estoy tan orgulloso de mí que tengo ganas de saltar. Es que lo escuché, cuando quedó terminado, y me emocioné, tiene vuelo, tiene exactamente la misma sensación de alegría y ternura que me produce que esos dos se suiciden. Precioso.

Thank you, Oh Lord!!!