viernes, diciembre 30, 2005

El silencio y la redención

A veces la vida pasa en un segundo. A veces se estira, y se hace eterna, y el tiempo no pasa nunca. A veces se hace tan eterna, que el tiempo se acaba y tiene que volver a empezar para seguirle el paso. Es en esos momentos cuando pensamos que la vida es cíclica.

Eso no necesariamente es algo malo. Desde que nacemos, hasta el mismo momento en que exhalamos el último suspiro, nos pasamos aprendiendo (y sin terminar nunca de aprender) a articularnos con otros. Y el hecho de que la vida, a veces, sea cíclica, nos concede una segunda, una tercera, una infinita "otra" oportunidad. Probablemente no tengan idea de qué diablos estoy hablando. En realidad, de nada en particular. Estoy hablando de ese inusual momento en que, por fin, a mis cortos cuatro años, salté la distancia entre dos bancos que había en el condominio donde vivía. Todo un logro para mis cortas piernas llenas de costras en las rodillas. Recuerdo que me quedé mirando el sol del atardecer un segundo, en un momento de autoconciencia extremadamente raro para un niño de cuatro años, y me dije "este momento no se me va a olvidar jamás". De ese momento estoy hablando. Pero al mismo tiempo, de muchos más, muchos bancos que he saltado a lo largo de estos casi treinta años posando mis plantas sobre este tercer planeta.

Esos bancos no han sido sólo de madera. A veces han tenido nombre, carne y hueso. A veces, el banco a saltar ha sido el mismísimo tiempo, que se estira y se hace eterno, se hace inmóvil, sofoca. El mismo tiempo que a veces se estira, para abarcarnos enteros, abrazarnos. A veces, el banco he sido yo mismo.

Y de todos, ése el el más difícil de saltar.

Nos pasamos la vida tratando de aprender a articularnos con otros. Tratando de discernir la diferencia (y la similitud) entre la propiedad y el desprendimiento. A los dos años, con un juguete: "es mío". A los dieciocho, con la polola: "es mía". A los cincuenta, en la graduación de los hijos: "no son míos". A los setenta, mirando con orgullo a los nietos, mientras juegan en el patio de atrás: "Soy mío". La más eterna batalla, la más gloriosa, la más hermosa y épica. La de la propiedad y el desprendimiento. Pero hay una aún más difícil, mucho más vital: la batalla, Dios mío, qué batalla, la batalla por articularse consigo mismo. Esa que se gana cuando uno se mira en el espejo, una mañana cualquiera, y dice: "estoy orgulloso de ti". La batalla que acabo de ganar, que nunca terminaré de ganar, que nunca ganaré pero al mismo tiempo estoy ganando en este mismo instante, mientras escribo estas líneas. Esa que el mundo celebra, dándomelo todo, ofreciéndomelo todo, brindándome pan, techo, abrigo, paz, amigos, suerte, amor, salud y mucha, mucha, muchísima música, meciéndome y remeciéndome como las cortinas que coquetean con el viento.

Feliz año nuevo, tercer planeta.

viernes, diciembre 23, 2005

Augurios


Y así, tan simplemente como llegó, el 2005 se va, para ocupar su lugar en las postales del gran viaje. Cierro los ojos, y el 2006 me envuelve, me llama, me guiña el ojo. Me invita. Como si supiera que es el inicio de un precioso idilio con el júbilo y la gloria.

Como rezaba el piano de mi amigo, Ad Augusta per Angosta.

lunes, diciembre 19, 2005

El rugido en la caverna


"Zion, escúchame!!! Es verdad lo que muchos han oído. Las máquinas han reunido un ejército, y en este mismo momento ese ejército se acerca a nuestro hogar. Créanme cuando les digo que tenemos tiempos difíciles frente a nosotros. Pero, si hemos de estar preparados para esto, debemos desprendernos de nuestro miedo. Héme aquí, frente a ustedes, libre de miedo. ¿Por qué? ¿Porque creo en algo que ustedes no? ¡¡No!! Héme aquí, libre de miedo, porque recuerdo. Recuerdo que estoy aquí, no por el camino que yace frente a mí, sino por el camino que yace detrás de mí. Recuerdo que por cien años hemos luchado contra estas máquinas. Recuerdo que por cien años han enviado sus ejércitos a destruirnos. Y luego de un siglo de guerra, recuerdo lo que importa más... aún estamos aquí!!! Esta noche, enviemos un mensaje a ese ejército. Esta noche, sacudamos esta caverna. Esta noche, hagamos temblar estos muros de tierra, metal y roca. Que nos escuchen desde el rojo núcleo hasta el negro cielo. Esta noche, hagámoslos recordar. Esto es Zion!!! ¡¡¡Y NO TENEMOS MIEDO!!!"

Morpheus, Matrix Reloaded.

lunes, diciembre 12, 2005

Sepia II

Mi bemol en el silencio, decolorando los designios;
no hay aún cena en el recuerdo, sólo baile en el deseo.
Aunque intento firmemente controlar esta sonrisa
me estremezco cada vez que es evidente.

Remembranzas, dos gardenias y la noche.

Creo notas, insonoras, crepitando al infinito
mar de ansias y esperanza, humo atávico a los cielos.
El dibujo de corcheas avanzando irrefrenables
maderosamente amadas, precipitan melodía.

Light and shadow
kiss and kindness,
so much loving
so much brightness

Anunciando melodías, fotografiando una sonata.

viernes, diciembre 09, 2005

Omaha Beach

Me encanta la nomenclatura de los militares. Reportarse a las cero-ochocientas horas, en vez de decir "a las ocho a-eme te quiero aquí contándomela toda". Lo que más me gusta de toda la terminología militar, esta noche, es pensar en la consigna para el desenbarco de Normandía.

At D-day, T-time.

Viernes, el día D. Efectivamente, por ejemplo, este viernes es T-time. Hora de T. Hoy es el día de la teja. Hoy día el panorama aquí en la casa se nos da vuelta lo suficientemente como para que a los viejos se les corra una teja, literalmente. Eso me tiene preocupado, pero en realidad, no tanto tampoco; hay veces en que un mal desenlace es preferible antes que la agonía sobreprolongada. Como en esos pololeos en que uno está esperando por favor que al compadre de uno lo pateen, para que se deje de sufrir, da lo mismo tener que estar sacándolo de la botella un par de meses. Así es mañana, por eso no estoy mal. Para donde caiga o corra la teja, a estas alturas ya es para mejor. De hecho, en el mejor de los casos, en el mejorcísimo de los escenarios, por fin, a mi viejo le cae la teja. Con T de T-time. De hecho, cosa poco usual, yo a la noche voy a carretear al Tejazo. Jajajaja. D-day, la reunión del mediodía. Mañana al mediodía se sabe qué pasa con este hogar. No hay caso, it's T-time, it's D-day!!!

This is where the fun begins, como decía Anakin. Toda la razón, Vader. Toda la razón.

Fire at will.

miércoles, diciembre 07, 2005

Up... and down; and up... and down!!!


Una vez escuché "La muerte es el sustento de toda vida".

Claro, me quedé pensando. A primera vista, el chorizo es una boludez del porte de una catedral. Cómo va a ser la muerte la base, el sustento de la vida. Pero después de un par de cervezas y un par de MultiCarretes (ver entrada al respecto aquí), mi opinión sobre la "cita citable" cambió. Bastante razón tiene. ¿Qué comieron hoy día niñitos?

-Hoy díaaaaaa, hoy díaaa, me comí un poquito de ensalada con un bistec señorita

que no es otra cosa que un trozo de vaca muerta aderezado con restos de plantas muertas. Touché. Es que te estás quedando en lo material po' pastelazo, podrían decirme. Okey, digo yo, entonces vámonos a terrenos más encumbrados. ¿Qué es la humanidad? Cultura. ¿Cuál es la base de la cultura? La perdurabilidad, la trascendencia. ¿Qué es la trascendencia? La capacidad de superar la muerte y durar más que el tiempo que uno está, físicamente. Osea, la humanidad tiene sentido y discurso en base a un montón de gente muerta cuyo legado le da continuidad a lo que hacemos, y a la larga, sentido, otra vez.

Me recuerda a una escena de una película, Hudson Hawk. "Jamás miré un cigarrillo hasta que vi el letrero de No Fumar", decía el personaje de Danny Aiello. Qué manera de ser cierto eso. La turbiedad, la que todos llevamos dentro, es precisamente la que puede redimirnos. Somos animales diurnos, pero nos sentimos más vitales de noche. Le tememos a la soledad, pero el pináculo de nuestra sociedad es la ciudad, el lugar del mundo donde es más fácil vivir en el olvido. Say what you want, i don't give a damn no puede ser menos cierto. "No, no puedes" es la mejor invitación que alguien puede recibir.

La tentación.

Voy inmediatamente.

Missing data


...una frase recurrente para toda persona que use un computador en forma cotidiana. Faltan datos. Yo, personalmente, creo en la circularidad del tiempo y en la complementariedad como características de la vida, así como la consecuencia y la inevitabilidad de la muerte. O de la vida.

El homo sapiens crea el ordenador. Le mete datos, y el ordenador crea, ordena y comunica a través de lo que le enseña la mencionada bípeda criatura. Pues resulta que no nos hemos dado cuenta de que, del mismo modo que los hijos terminan criando a sus padres, eventualmente, también los ordenadores tienen algo que enseñarnos.

Chequean la información disponible, constantemente.

Me ha pasado ya más de una vez que no he entendido algo. Mientras más retrocedo en el tiempo, más me veo a mí mismo diciendo "esto está mal", o "esto está incorrecto", o algo por el estilo. O sencillamente, reaccionando a aquello que se me presenta. Pero -big "pero"-, hay veces que el cuento habría sido tan distinto, tan diferente, si tan sólo me hubiera dado la lata de preguntar "¿no faltará algo?". También a veces pasa que uno está haciendo algo, y tiene que lidiar con la demás gente reaccionando y uno sin poder decir "es que no he explicado esto, o esto otro". Claro, a medida que envejecemos esas circunstancias se multiplican.

Missing data. La información que a veces explica todo el panizo. El precio de la sensatez y el timing*, el precio del do the right thing. No sólo de hacer lo correcto... sino de hacer eso bien, también.

Con bombos y platillos.




*próxima entrada acerca de eso... just wait.

lunes, diciembre 05, 2005

Se viene el estashidoooo


Ese es un tema de Versuit Bergarabat. No sé si así se escribe exactamente el nombre, no me acuerdo de la letra completa, osea, no tengo la película tan clara. Quizás hubiera hecho bien en bajarla, de hecho, no tengo idea de por qué misteriosa razón no la tengo ni jamás la he tenido, ni siquiera en esos cassettes roñosos de la radio. Pero se mantiene el punto, la sensación que me deja esa canción es ineludiblemente coincidente con la sensación que ando trayendo estos días.

Básicamente, la de que se viene el estallido.

Ahora viene la parte del libreto en que yo explico qué diablos es la sensación de que se-viene-el-estallido. A ver. Creo que una de las sensaciones que más se le parecen podría ser la sensación de estar en el carrete y saber que la niña que a uno le gusta viene en camino. Las miradas de los amigos. Las bromas. Oh, shit. La otra es la de estar al pie del árbol de pascua, comenzando, literalmente comenzando, a abrir el paquete del regalo que uno tanto deseó durante todo el año. Por último, creo que la sensación que también ayuda es la de estar pasando a través de las puertas de la ciudad. Tipo película de los antiguos tiempos, onda medievales y demás fauna. Una sensación de expectación, de nervios, de todo.

A pito de qué la sensación. Bueno, tendrán que ir a terapia para aceptar la idea, porque no pienso decir. Tengo la sensación generalizada de que, si esto fuera una película, en esta parte la trama se pone entretenida. Es como eso, la sensación de que muchas cosas van a ocurrir, y van a ocurrir luego. A veces uno se encuentra con un amigo, y le pregunta "¿cómo estás?", y él responde "bien, aquí". No hay mucho que contar. De la casa a la pega, de la pega a la casa. Otras veces, ante la misma pregunta, el amigo en cuestión cuenta que se cambió de pega, que está a punto de salirle el departamento, que se puso a pololear, que le va a salir el viaje al extranjero, que se encontró con ese amigo que le había perdido la pista... hay veces en que la vida está en estado de crisálida; esperando. Hay veces en que, sencillamente, eclosiona. No puede contenerse a sí misma y literalmente explota en una detonación de sucesos, pensamientos, coincidencias, vida pura desatada.

Se viene el estallido. Lo sé, lo siento como el viejo de campo siente que va a llover. Como decían en la película, "tight up your seat-belts, folks... it's gonna get bumpy!!"

Se viene el estallido.