lunes, abril 26, 2010

Reflejos. Míos, tuyos, en el espejo, en el agua, en todas partes

Hace algunos años, me quebré un pie jugando a la pelota.

Suena tan simple cuando lo escribo... pero créanme, el dolor no tenía nada de simple. Dolió más que tirarse un pelo de la nariz. Pero no es eso sobre lo que voy a escribir. El punto es lo que pasó después del yeso. Después del yeso, todo estaba ok. Habían pasado tres semanas, había sido un buen chico (reposo y tratar de no mover el dedo), en fin. Nada que temer. Pero en la práctica no funcionaba, todo lo contrario.

¿Por qué?

Sencillo. Mi pie había sanado, pero mi cabeza no. Una cosa fue el impacto del bototo Caterpillar que me hizo puré la pata. Pero otra cosa totalmente distinta fue el impacto en mi cabeza de la fractura y las tres semanas de patecumbia. La primera vez que volví a jugar a la pelota después de todo eso, fue increíble: mi pie izquierdo, sencillamente, se negaba a obedecerme. Se encogía solo apenas tenía que "meter la pata". Tuvo que pasar un buen tiempo antes de que el reflejo dejara de ocurrir, y como no soy futbolista ni mucho menos, creo que en realidad nunca volví a jugar como en esa época. Pues bien, me he dado cuenta de que esto no sólo pasa con las fracturas de hueso.

Con los corazones pasa lo mismo. A veces, se "fracturan". Cuando eso ocurre, se les pone "yeso", para imnovilizarlos, y tiene que pasar un tiempo antes de sacarles el yeso, porque si no, no quedan bien. Y después de eso, el corazón queda bien, pero la persona no necesariamente. Entonces a la menor amenaza, se encoge, muestra los dientes, arranca, lo que sea con tal de no pasar nuevamente por la misma experiencia. Es natural. Es un reflejo.

¿De qué?

miércoles, febrero 10, 2010

Manteniendo encendida la baliza

Paradojas de la vida y la internet. Creo que estamos todos de acuerdo en que a medida que la tecnología va evolucionando, aparecen nuevas herramientas que -en teoría- nos hacen la vida más fácil. Por ejemplo, la posibilidad de contactarse con otras personas a través de recursos intranetísticos. mIRC. ICQ. Messenger. Msn Spaces. Blogger. Facebook. Ahora, desde hace unos minutos, GoogleBuzz. El asunto es que, si quiero encontrar a mis amigos, dónde cresta los encuentro entre tanto portal, plataforma de chat, servidor de correo...?

Creo que hay algunos espacios que deben mantenerse. No porque sean la última chupada del mate, ni porque tengamos que mantenerles el monopolio a los vivarachos de turno, sino porque ya he sentido esa exquisita sensación de que la distancia no importa, que puedo comunicarme con otros independiente de que esté solo. Y esta cyberexistencia nómade, de plataforma en plataforma, atenta contra eso. Es como tratar de ubicar a un amigo que no ves hace tiempo, y que se cambia de casa tan seguido que no lo puedes encontrar. Necesitas por lo menos una señora del negocio que tenga tus datos nuevos, cierto?

Probablemente esté hablando de otra cosa en realidad, pero para el tema es lo mismo. Tengo esa sensación de que yendo tras lo que trae el viento te conviertes en una suerte de fantasma. Aquí estaba, pero ya no. Tenía una cuenta, pero cerró. Antes podías escribirle a esta dirección, pero ya no está.

Por eso a pesar de Twitter no se cierra Facebook. A pesar de Buzz no se cierra Blogger. No tengo vocación de fantasma (aunque a veces es necesario serlo), sencillamente no es mi inclinación natural. Soy un tipo que puedes ir a visitar y va a estar en el mismo lugar, salvo que ande de viaje. Y si me fui, cuenta con que la señora de la verdulería tiene mi nuevo teléfono.

Por si alguien se pierde. O mejor aún, por si me pierdo.