miércoles, mayo 02, 2007

La celeridad de todo

Se supone que cuando uno es joven, tiempo es lo que uno tiene. Claro, cuando se es viejo, currículum es lo que se tiene. Experiencia. Les cuento que, a pesar de no sentirme particularmente viejo, tiempo es lo que me está haciendo falta.

Eso tiene dos lecturas. O por lo menos, son las dos que yo le veo al cuento. La primera es que, independiente de mi sensación, me estoy haciendo viejo. Pero como no me agrada la idea, prefiero quedarme con la segunda. Mi vida va muy rápido. Lo encuentro bastante bueno, pero no deja de tener sus costos. Poco tiempo para estar en pareja, para estar con amigos, para ser y hacer música, poco tiempo para darse cuenta de que se da cuenta, como decía el libro de psicología que tiene la gloriosa culpa de todo. Lo bueno es que no es tiempo perdido; es tiempo trascendente.

El problema es que el costo se resiste a ser revelado hasta que llegue la consecuencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OYE AMIGAZO QUE DICES!!!... No voy a revelar mi identidad, en realidad no es de importancia, pero te dire que de varias conversaciones que hemos tenido... y hasta con un trago en la mano... ni me imagino que hables de tu vejez, estay canoso, eso si!!! jajaja, pero recuerda que de una transición, de estar realizando una tesis a BIENVENIDAD REALIDAD laboral la vivencia es fuerte, con las responsabilidades uffff que quita tiempo... por que despues que se termina esa etapa universitaria, la pregunta es ¿QUE CHUCHA VIENE AHORA?, la respuesta es: DEDICARLE TIEMPO A LA PEGA... jajaja mira el juego ahora es como no armarse un tado de nervios por el trabajo y disfrutar la ventajas que tiene ser profesional... ahora lo disfruto... y si que lo disfruto... algo importante, primera vez que hago un feedback, un posteo en tu blog, salud!!!, quizás algún día nos volvamos a ver y conversaremos de las canas, los treinta y nos reiremos de las circunstancias con trago en mano y buena música. Que no te la gane la pega, desde providencia...

Unknown dijo...

Lo más terrible-cómico del asunto es esa sensación de que debería haber adivinado para estas alturas quién es.

Diablos.