viernes, marzo 23, 2007

Y que dirían los guerreros

Las palabras.

Porque no hay cosa más poderosa que una palabra.
Porque con una palabra se puede hacer brillar los ojos de treinta, cincuenta, sin-cuenta personas.
Porque una sola palabra, sólo una, se puede fruncir un ceño. Y con un ceño fruncido, se puede hacer un abismo.
Porque con la palabra se puede hacer Eros, y con otra, Tánatos.
Porque las palabras pueden hacer una gran diferencia.
Por eso, y por todo lo que -para variar-, se me olvida, defiendo la importancia de la palabra.

Allá los guerreros y sus armas blancas, negras, tatuadas y esgrimidas.

Yo me quedo con las palabras.

miércoles, marzo 21, 2007

Un consejo cívico-cinematográfico

especialmente dirigido a esos que hacen funcionar cuatro y cinco veces la lengua antes de prender la cabeza. Hay una película de dibujos animados llamada "South Park: longer, bigger and uncut".

Véanla.

Hay una parte en que los gringos se van a la guerra. Debo dejar en constancia que el humor de la película en cuestión no podría ser más ácido. El cuento es que para ir a la guerra, el general encargado de logistics (osea, el de la estrategia, pero en jerga militar anglosajona), salta con un tremendo plan. Nótese la ironía en el "tremendo", porfa. Nada de sentirse atacado si alguien con un digno exceso de melatonina en la piel lee esta entrada.

En fin. Les cuento. La famosa estrategia consiste en dos operaciones. Una se llama operation human shield, "operación escudo humano". Consiste en que los negros del país que están en el ejército cubren el fuego. Osea, amarran a todos los oscuritos a los aviones, tanques, autos y cualquier cosa que pueda sufrir daño, para que primero quede la carnicería pero no se dañe la artillería. Zúper zenzillo. Con "z" de "zopenco".

La otra operación se llama operation get-behind-the-darkies, osea, "operación ponte-detrás-de-los-negritos". Consiste en que todos los blancos se tiran para el fondo, cosa que no les vaya a llegar el fuego enemigo. Súper clever, jajajajaja.

No sé ustedes, pero cada vez que prendo la tele, o estoy en un paradero y veo pasar una micro repleta, me imagino a Zamorano. Y cada vez que me lo imagino, lo encuentro más y más moreno.

¿No les ha pasado?

domingo, marzo 11, 2007

La escalada vital

La vida se hace más grande.
La vida se hace más corta.
La vida se hace más rápida.
La vida se hace más intensa.
La vida, igual que el líquido a través de cualquier tubo, fluye más rápido a medida que el diámetro disminuye. Debo aclarar que "el tubo" en cuestión es el tiempo. El tiempo que se tiene en el día para vivir, sin estar haciendo otra cosa. Claro, siempre que se tenga en cuenta la frase de Lennon
"la vida es aquello que sucede mientras te empeñas en hacer otros planes",
la afirmación tiene sentido. Tengo que reconocer que son las 11 de la noche y estoy escribiendo a medida que sale, sencillamente.

Es que no es sólo la pega. Osea, haber entrado a trabajar a tiempo completo y todo eso tiene una importancia capital, pero también es otra cosa. Es la celeridad de todo el cuento. Defensa de tesis el cinco de enero, haciendo trabajos temporales mientras tanto. Y mientras la gran mayoría de los profesionales de mi categoría se demoran más o menos un semestre en encontrar "pega estable" y ganan un determinado sueldo en promedio (no pienso entrar en esos datos, jejeje), tardé sólo cuarenta días en lograr esas dos cosas. Bueno, con casi el doble de las monedas que se podían esperar según la estadística.

El 2007 va como avión. A toda velocidad. En realidad, son dos las cosas que quiero dejar consignadas acá. Una, que no puedo dejar de tener esta sensación de reivindicación, de que es la vuelta de mano. La otra, tampoco puedo dejar de tener esta sensación de que, sencillamente, tengo buena estrella. Y eso, en cierto sentido, me asusta. Me alegra, claro, pero también me asusta, porque comienza hacerse necesario ser digno de esa suerte, esa estrella. La mala suerte no dura por siempre, lo que implica que la buena tampoco. Y tengo que tener los pies muy bien puestos sobre la tierra cuando la buena racha se acabe. Bien situado en mi centro. Dueño de mí mismo. Trascendente. Me imagino al personaje de Tom Hanks, John H. Miller, en Saving Private Ryan, diciéndome a mí en vez de a Ryan: "merézcase esto". En eso estoy, Juanito. Believe me.

La vida se hace más inmensa.
La vida agarra vuelo.
La vida tiene mucho, mucho sentido.
La vida se abre camino, Malcolm.

Gracias, tercer planeta.

jueves, marzo 01, 2007

Réplicas, pero de las otras

No hay como un buen round para comenzar marzo como corresponde. Bueno, en realidad, creo que no va a ser un round con todas las de la ley. Una, porque el aikido no me lo permite, y otra, porque mi contrincante no tiene los cojones para presentarse. Así que mejor voy a ponerme a pensar, qué más puedo hacer. Como decía el viejo de campo, "puta, pa' qué voy a llorar pue', mejor me río".

Al que no sepa de qué estoy hablando, fácil. Cosa de darse vuelta por los comentarios de mi entrada anterior. Cosa de leer y comenzar a reír. O eso, o comenzar a llorar. Pobrecito.

Me quedé pensando. Claro, mi primer impulso fue responder alguna suerte de puteada bien nutrida, al estilo del personaje de "Sexo con amor". Luego vino la tentación de suprimir el comentario. Por mala leche. Pero no. Mejor lo dejo. Atestigüen, cibernautas, lo que puede hacer la envidia y el resentimiento en algunas personas. La imposibilidad de tolerar la luz en otro. La incapacidad más absoluta de poder bancarse la idea de que el de al lado sea más feliz.

De hecho, es un fenómeno bastante triste. Ocurre que todas las personas vivimos con el deseo de alcanzar la felicidad, independiente de qué es lo que esa palabra significa para cada uno. Lamentablemente, para algunos la felicidad depende de alcanzar algo que no está al alcance. Por ejemplo, un tipo que cree que va a ser feliz si es millonario, pero resulta que es negado para los negocios. O un tipo que quiere ser querido por todos, cuando eso es prácticamente imposible. Ese tipo de deseo lo termina carcomiendo, si no lo controla. Y pasan cosas como esta. Un pobre y triste infeliz que ocupa su tiempo y su energía, no en buscar su propia felicidad, sino en tratar con todas sus ganas de bajar al de al lado, en tratar a toda costa de eliminar la felicidad del otro. Qué quieren que les diga: triste. Amargo. Esa es tu firma, Sincojones. Amargo amargo amargo.

Y ahí es donde viene la paradoja por antonomasia. Yo sigo aquí, trabajando, componiendo, escribiendo, querido por mis amigos y amado por mi mujer. Y él seguirá por ahí, escribiendo donde sea que pueda
púdrete púdrete púdrete
cuando en realidad el único que se pudre es él. Qué lata. En vez de celebrar la libertad de otros, en vez de contagiarse con las ganas de vivir de otros, trata ilusamente de tarjar lo intarjable. Amargo amargo amargo, Sincojones. Amargo amargo amargo. Yo crezco, tú te encoges. Atina.

Y así con la cosa. No te censuré, prefiero que veas el inexistente éxito que tuvo tu bravata de cuarta categoría. Es más, déjame tomarme un minuto de sarcasmo. Te cuento que soy psicólogo, así que eres bienvenido si quieres mostrar la hilacha nuevamente. Uno de estos días nos juntamos con mis amigos colegas y te estudiamos. Eres un caso de libro. Amargo amargo amargo.

Y yo aquí, muerto de la risa.