miércoles, junio 18, 2008

Tres micro-brotes

LA HERIDA

Lo más terrible no fue la visión de ella saliendo por la puerta del restaurant, mientras sacaba los pañuelos desechables. Lo más terrible no fue la cuenta, con el vino caro y los bocadillos de marisco afrodisíaco. Lo más terrible tampoco fue la reservación del hotel. Lo más terrible fue sentir la cajita aterciopelada en el bolsillo interior de mi vestón arrendado, comprendiendo que ya nunca llegaría a su destino.








LA FELICIDAD, JA-JA-JA-JAAAA

Tosió, se ahogó un segundo, y siguió riéndose. Abrió la mochila, buscó entre los cuadernos y sacó las gotas, mientras las carcajadas no lo dejaban apuntarle al ojo. Respiró hondo, jadeó un poco y se relajó. Qué manera de pasarlo bien, se dijo. Si tan sólo fuera de verdad.




AUTOSABOTAJE

Es tan linda. Le hablaría, pero no puedo. Llevo como diez paraderos pensando qué decirle. Pero no puedo. Maldita manía de tomar desayuno en la pega, maldito aliento mañanero que no sale con la pasta de dientes. Le hablaría, pero no puedo.

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