crezco en medio de un salón, lápiz y apuntes;
crezco entre las plantas, trascendencia y hora de once,
crezco con mis dudas, con sujeto y predicado.
Que la vida, que el mañana,
que adultez y matrimonio,
que la prueba y el cuaderno,
tanta cosa grande y vana.
Surjo en medio de oficinas y papeles,
surjo aún entre dos mil cuentas impagas;
surjo en medio de un millón de interrogantes,
surjo a tumbos, entre gloria y sinsabores.
Y ésta es claramente la verdad entre quimeras:
he de ser lo inmaterial aquí en la tierra,
he de ser aquel que sueña en la cocina,
etéreamente, por qué no, toda la vida.
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