jueves, marzo 02, 2006

Timing, frenesí, paz-ciencia y otras hierbas

Alguna vez dejé pendiente una entrada sobre el concepto de timing. Es que me gusta el concepto. Pues resulta que en un minuto como éste me resulta muy apropiado hablar de eso. No sé, siento que las cosas confluyen por estos días. No sé exactamente qué cosas, ni sé exactamente cuántas. Pero de que confluyen, damn sure they do.

Estos días van a ser frenéticos. Mucho que hacer, y poco tiempo. A veces las cosas que ocurren dependen de lo que hagamos, otras veces dependen de cosas que hicimos hace mucho tiempo atrás. La mayoría de las veces, es una combinatoria de ambas. Claro, así es la vida, toda una gourmet. Bien aliñada. Me acuerdo cuando mis amigos del colegio (la mayoría más cuadrados que un dado, todos ingenieros) se quejaban de los Cálculos I, Cálculos II y ad infinitum (porque por la cresta que se los echan seguido). Más de alguno preguntaba mirando al techo de qué diablos le servía resolver tanta ecuación tan abstracta, siendo que la ingeniería es lo más pragmático que ha parido el intelecto humano. Bueno, lo decían con otras palabras, pero la idea no es llenar el blog con la sarta de puteadas más profusa de la lengua española. En fin, el cuento es que pasó el tiempo. Y por supuesto, lentamente la gente comienza a desdecirse. Quizás no era la ecuación lo que importaba, sino la manera de pensar que resolver esas ecuaciones implicaba. A pito de qué todo esto. Bueno, resulta que es precisamente el tiempo el que da la claridad acerca del propósito de muchas de las cosas que ocurren en la vida, y que en su momento parecían no tenerlo. Hay que estar alerta.

Me he sorprendido a mí mismo recordando conversaciones pasadas, ahora último. También cosas que memoricé, sin proponérmelo. Las piezas se ordenan, viene el mate. I can feel it. Por mi parte, cumplo con estar alerta. Estos días van a ser muy, pero muy frenéticos. Y aunque parezca que no hay tiempo, la paz-ciencia es necesaria.

Un botón. Esta es una canción que hice hace años, y que grabé hace un par. Cada vez que pienso en estas cosas termino tarareándola, precisamente porque compuse las dos primeras estrofas y el coro y quedé trancado; la última estrofa llegó a mi mente sólo un año y medio después, cuando el propósito de la canción me fue revelado. Otra razón más para confiar en el guionista.



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