viernes, diciembre 29, 2006

Lo que el año se llevó

Sí, sé que no es muy original, sobre todo con el cuento del estreno de la película y todo, pero bueno, esto no es un concurso de creatividad. De hecho, el título como que funca bastante. Estaba leyendo por ahí, y resulta que es poca la gente en el mundo que celebra la llegada del Año Nuevo. Hay gente que celebra la partida del Año Viejo; interesante.

Algunos le dan la bienvenida a lo que viene, otros despiden lo que ya pasó. Repito: muy interesante.

Por supuesto, ahora viene la vuelta de tuerca para mi reflexión bloggera del día: a qué le doy la bienvenida esta vez. Y de qué me despido esta vez, también. En realidad, para serles brutalmente honesto, no lo he pensado. En serio. De qué cuernos me despido esta vez. Hmmm.

De la dependencia, creo. No sé, creo que todo esto es como el cuento de los roles y los disfraces. Para el que no entienda, mis amigos y yo solíamos chacotear con eso de los roles cuando estábamos en los últimos años de la carrera. Llegaba alguien de atender a un paciente y se cambiaba de ropa para poder sentarse en el pasto de la universidad a tomarse una cerveza. Entonces pasaba de "pitufo psicoterapeuta" a "pitufo atorrante", "pitufo borracho", "pitufo guitarrista", en fin, lo que se les ocurra. Había de todo.

Este año fui varios roles. La primera mitad del año podría definirla como los días del guerrero. O del artesano, no lo tengo muy claro. Fue una prueba de temple, la tesis, todo eso. Es algo de lo que, a estas alturas del partido, me despido con mucha alegría. Claro, cómo no; gané. La segunda mitad del año podría llamarse los días del herrero. Esperando y forjando todo el tiempo. Otra prueba de temple, bastante menos cinética pero igualmente intensa.

Hay otra cosa. Se me había olvidado, pero es muy importante. Tengo un poco botados a mis amigos.

Pero eso no lo encuentro algo malo. Me explico. Después del limbo universitario en el que estuve metido, cuando al fin termina eso, comienza a faltarme el tiempo; significa que por fin tengo harto que hacer. Lo siento, chiquillos, pero el hecho de que quiera verlos y mágicamente no pueda significa que por fin terminó ese limbo. Y me resulta imposible sentirme mal por eso. Importante aclaración: no es por carrete que me falta el tiempo. De hecho, como que ando con el viejazo en ese tema, así que no malinterpreten, jajaja

En fin. Fue un buen año. Qué diablos, fue un tremendo año. Gente del ciberespacio y del mundo de los átomos, les deseo un 2007 como mi 2006. Un año en que toda batalla lleva a victoria y en que toda paciencia es recompensada. De la Marce y lo laboral no pienso hablar en esta sección de despedidas: simple, ahí no hay ningún adiós; son pura bienvenida, puro amor, pura alegría, no hay caso. Qué pena más ínfima.

Godspeed, 2006. Fuiste un buen paisaje, uno de los mejores. Bienvenido al álbum de postales del Gran Viaje, mi viaje.

Siéntete como en casa.

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