miércoles, febrero 10, 2010

Manteniendo encendida la baliza

Paradojas de la vida y la internet. Creo que estamos todos de acuerdo en que a medida que la tecnología va evolucionando, aparecen nuevas herramientas que -en teoría- nos hacen la vida más fácil. Por ejemplo, la posibilidad de contactarse con otras personas a través de recursos intranetísticos. mIRC. ICQ. Messenger. Msn Spaces. Blogger. Facebook. Ahora, desde hace unos minutos, GoogleBuzz. El asunto es que, si quiero encontrar a mis amigos, dónde cresta los encuentro entre tanto portal, plataforma de chat, servidor de correo...?

Creo que hay algunos espacios que deben mantenerse. No porque sean la última chupada del mate, ni porque tengamos que mantenerles el monopolio a los vivarachos de turno, sino porque ya he sentido esa exquisita sensación de que la distancia no importa, que puedo comunicarme con otros independiente de que esté solo. Y esta cyberexistencia nómade, de plataforma en plataforma, atenta contra eso. Es como tratar de ubicar a un amigo que no ves hace tiempo, y que se cambia de casa tan seguido que no lo puedes encontrar. Necesitas por lo menos una señora del negocio que tenga tus datos nuevos, cierto?

Probablemente esté hablando de otra cosa en realidad, pero para el tema es lo mismo. Tengo esa sensación de que yendo tras lo que trae el viento te conviertes en una suerte de fantasma. Aquí estaba, pero ya no. Tenía una cuenta, pero cerró. Antes podías escribirle a esta dirección, pero ya no está.

Por eso a pesar de Twitter no se cierra Facebook. A pesar de Buzz no se cierra Blogger. No tengo vocación de fantasma (aunque a veces es necesario serlo), sencillamente no es mi inclinación natural. Soy un tipo que puedes ir a visitar y va a estar en el mismo lugar, salvo que ande de viaje. Y si me fui, cuenta con que la señora de la verdulería tiene mi nuevo teléfono.

Por si alguien se pierde. O mejor aún, por si me pierdo.






1 comentario:

Marce dijo...

A veces es más fácil ser un fantasma. El problema es cuando para otros sigues estando vivo por más que quieras desaparecer.
Es extraño visitar a alguien, y no reconocerlo dentro de ese cuerpo... ver que ha emprendido viaje, que lo que alguna vez conociste ya no está ahí.

De todas formas, las luces por si alguien se pierde son útiles para guiarse, ilusionan pues se supone que es ahí donde se debe ir.

Espero pronto saber si esa luz que tanto me atrae me llevará a un buen puerto donde establecerme al fin o terminaré estrellando un acantilado rocoso que terminará definitivamente con la poca fuerza que me queda para seguir remando.

Buen viaje.